Talando la historia, destruyendo el futuro
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Concentración a las puertas de la Parroquia de San Jacinto y su ficus mutilado. | FOTO: Javier Fernández Maeso.
Pablo Pozuelo
@Pozuelo91
Periodista
Las campanas de San Jacinto repican a duelo. Por primera vez en sus 300 años de historia, la misa de réquiem se traslada al atrio de la parroquia para presenciar un triste final. La víctima, el vecino más antiguo de su collación, su emblemático ficus. Y, casualmente, nos deja por deseo de la propia parroquia.
Una vez más, la orden que reside en la parroquia trianera se ha encargado de ejecutar el destierro que en su día ya hiciesen también con algunas hermandades. Todo ha sido en el momento menos esperado. Cuando sus puertas estaban más abiertas al barrio, vuelven a cerrarse para ignorar las voces reclamando otra solución al problema (qué ironía… pues lo han hecho mientras juzgaban el «trianerismo» de quienes se agolpaban en la puerta para protestar ante la tala).
Todos conocemos los problemas que el emblemático ficus ha causado en los últimos tiempos y hemos leído los motivos técnicos de su tala. Aun así cabe preguntarse: ¿Realmente solo era posible esta drástica solución o la parroquia, encargada de su mantenimiento, podría haber hecho más para cuidarlo y evitar que fuese un peligro? Por desgracia, nunca sabremos la respuesta…
Como no podía ser de otra manera, la tala del ficus de San Jacinto ha dispuesto como cómplice de la que ya podríamos considerar la mayor empresa maderera de Sevilla: su propio ayuntamiento, que en las últimas décadas ya ha cargado bastante leña sobre el hombro de sus alcaldes. Poco a poco, los diferentes gobiernos municipales han ido deshaciéndose de los grandes árboles y convirtiendo la ciudad en un desierto donde parece que ya solo florecen los hoteles. Como los países petroleros, aunque sin petróleo y con menos lujo. Pero bueno, visto lo visto, seguramente sí los alcancemos en temperaturas dentro de unos años…
En fin, aunque este último caso de tala de árboles no ha sido por actuación directa del Ayuntamiento de Sevilla, lo cierto es que el gobierno liderado por Antonio Muñoz ha tirado la piedra, otorgando su consentimiento, y ha escondido la mano, pues prácticamente está mirando hacia otro lado mientras se produce el alboroto en Triana.
¿Qué nos dice esto? Que Sevilla está perdiendo poco a poco uno de los elementos que más falta le hace, mientras los grados del termómetro miran cada vez más hacia arriba. Estas acciones que nos asfixian (literal y figuradamente) convierten la ciudad en una isla de calor, mientras sus altos cargos nos venden al mundo como ejemplo de sostenibilidad. Pero claro, esta ciudad escaparate que están construyendo no generará beneficios económicos directos a través del correcto mantenimiento de unos árboles o estropeando bonitas postales por unas cuantas hojas y ramas.
¿Es solo un ficus? No. Los troncos de los árboles sevillanos llevan años cayendo mientras dejamos a nuestras generaciones futuras un bonito y soleado paisaje. Eso sí, deberán tener cuidado, puesto que quizás se derritan ante la falta de sombra en nuestras calles.
¿Es solo un ficus? No. Al igual que el emblemático árbol de San Jacinto, las raíces de los trianeros y trianeras también están arraigadas en las entrañas del barrio. Sin embargo, por más que intenten resistir, les arrancan esas raíces para convertir Triana en un parque temático, que por cierto deja mucho que desear con respecto a lo que fue. Demasiada artificialidad, ¿no? Si profundizamos un poco en los alegatos de las protestas de estos días, encontraremos un barrio harto de que hagan y deshagan con él según los intereses de unos pocos. Esos pocos que venden a Triana como un lugar idóneo para vivir mientras sus jóvenes se reparten por el extrarradio y otras ciudades del mundo, ante la falta de oportunidades en su propia casa.
Nos es urgente recuperar la idea de ecodependencia e interdependencia. Este va a ser el último acto arboricida del ayto. Nos va la vida en ello.
Enhorabuena, es su opinión personal, pero al mismo tiempo cargada de verdad y expresando el sentir de muchos trianeros, pero aún más, de ciudadanos de muy diferente procedencias que les asiste el sentido común y el derecho a opinar y actuar por la salvaguarda del patrimonio medioambiental. Gracias!
Y un olé para nuestro Pablito. Yo añadiría que la orden que hisopaba las piras de la Inquisición también consiguió que salieran del templo la hermandad del Rocío, la de la Estrella y la Esperanza de Triana. Yo pediría una reconversión del uso del templo, previo reciclaje de su párroco en el polígono Sur, Palmete o los Pajaritos, y y sobre todo, fregando cacerolas en la cocina de las monjas, que tiene unos metros más allá, como hacen ellas y mucho personal voluntario.
. Pero antes lo mandaría a Euskadi
con un hacha a intentar talar el árbol de Gernika.
Como siempre, el amigo Pablo dando en la tecla en todo lo referente a Triana.
Que pena, Pablo! Como arrancan del barrio a un trianero más como es el ficus de San Jacinto.
Sr. Pozuelo, según el diccionario de la RAE, cuando las campanas repican, lo hacen en señal de fiesta o regocijo. Y ese será el sentimiento de muchas personas del barrio porque ya no será preciso celebrar ninguna misa de réquiem, en el atrio de la parroquia, por el triste final de algún peatón o de algún niño del cercano colegio, de lo cual venía avisando el emblemático ficus.
El apeo del ficus cuenta con el respaldo de una gran mayoría de entidades trianeras, que entienden que con la tala del mismo prevalece la seguridad de los viandantes y de los edificios.
¿Se podría haber hecho de otra manera? Puede, no lo sé. Pero seguro que ninguno de los que se agolpaban en la puerta para protestar por la tala se ofreció, ante notario, para hacer frente con su patrimonio al mantenimiento del árbol ni a las posibles indemnizaciones por los accidentes causados.
¡Cuanta hipocresía y «trianerismo» barato!