La voz del Mudo
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FOTO: Real Parroquia de Señora Santa Ana.
Pablo Pozuelo
@Pozuelo91
Periodista
Los milagros existen. Aquellos que alguna vez han visto pasar al Santísimo Cristo de las Tres Caídas y a la Esperanza de Triana por la puerta de Santa Ana lo saben. Allí, cada mañana del Viernes Santo, ocurría. Francisco Rodríguez Moreno, el Mudo de Santa Ana, sacaba la voz que no tenía para entonar su propio pregón, para decirle “Guapa” a la Madre que lo acogió en su seno desde que perdió a sus padres cuando aún era un niño.
En la entrada de Santa Ana, la misma que ha guardado toda su vida, el Mudo permanecía en un silencio acorde a la paz del templo. Sin saberlo, o quizás sí porque siempre fue una persona muy astuta, llegó a convertirse en un San Pedro trianero que hoy nos vigila desde lo alto del coro. Ahí permanecerá para siempre, entre las cuatro paredes donde a él le gustaba estar, pendiente de quienes entran en el Cielo de los trianeros.
Su voz escondía los secretos de casi un siglo de historia del Barrio. “Si el Mudo hablara…”, he oído más de una vez. Unas palabras a las que no les faltan razón, pues ha sido testigo de mil y una anécdotas a este lado del río. No necesitaba hablar ni oír, podía saber con todo lujo de detalles lo que ocurría a su alrededor y era capaz de saber cómo eran las personas con solo observarlas.
Recuerdo cuando este que escribe era pequeño, lo mucho que me impresionaba su aspecto callado y serio. Los años y la madurez me hicieron ver que el Mudo de Santa Ana era mucho más. Ahora sé que se ha marchado un hombre bueno, con un corazón gigante, y siempre dejándose el alma por la Triana que lo vio nacer. La voz del Mudo no volverá a oírse en la mañana del Viernes Santo, pero su recuerdo y el cariño que le tienen los trianeros, será eterno.
PD: A todo esto. Aunque recibió su merecido homenaje en vida, con el título de Trianero de Honor y un emotivo azulejo en el lugar donde nació, va siendo hora de ponerle su nombre a una calle, ¿no?
Pues si, se merece una calle en su barrio
Que bonito todo lo que escribes, yo le conocía de verle de tarde en tarde en la Iglesia y me parecía un hombre entrañable, Tienes razón y se merece una calle.