Fallece ‘La Negra’: Triana y el mundo del flamenco se visten de luto
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Imagen de una actuación de Antonia Rodríguez Moreno ‘La Negra’ en Canal Sur TV
Triana llora la pérdida de una de sus máximas exponentes en el arte del flamenco, que tanto supone para la cultura del barrio. Antonia Rodríguez Moreno ‘La Negra’ (Orán 1936-Sevilla 2018), considerada el último bastión de la época gloriosa del cante trianero, ha fallecido en la capital hispalense a los 82 años de edad.
Sobre las 15:30 horas del miércoles 7 de marzo de 2018 ha muerto Antonia ‘La Negra’, que será velada en el tanatorio de la SE-30 de Sevilla hasta las 13:00 horas de hoy, jueves 8 de marzo de 2018, cuando será enterrada. De la Triana de las cavas y los corrales en su pleno apogeo, puntal de los tangos y las bulerías, ‘La Negra’ nos deja para siempre su legado humano y artístico, junto a una saga de artistas de la que era matriarca. Sus hijas Lole Montoya, leyenda viva del flamenco y de la música nacional, y Angelita Montoya, su nieta Alba Molina o su sobrina Carmelilla Montoya, entre otras, la sobreviven.
Pero ‘La Negra’, última gran referente de la etapa más ortodoxa del cante de Triana, paradójicamente sobresale al mismo tiempo por tratarse de una figura completamente innovadora en este sentido. Sus influencias musicales árabes, incluido el uso de la lengua árabe muchas veces para cantar, generaban bellísimas y delicadas obras, pero también potentes, cuando las trasladaba a palos como el tango. De aquí bebió su hija Lole Montoya, que con su inconfundible e inimitable estilo mimó, trabajó y conservó dicha vertiente como un elemento clave de su identidad artística y espiritual, caracterizada igualmente por una tendencia renovadora que cautivó a propios y extraños a partir de los 70.
Esto es así porque Antonia ‘La Negra’, de padre trianero y madre jerezana, nació en Orán (Argelia), ya que sus progenitores tuvieron que emigrar a África siendo muy jóvenes. Su infancia la pasó en Tánger (Marruecos), donde absorbió la lengua árabe de forma natural para hablarla fluidamente, así como las melodías de la música local. A los 12 años se trasladó a la Triana natal de su padre y, a los 16 años, se casó con el bailarín Juan Montoya. Junto a su cuñado y su sobrina Carmelilla Montoya formó el grupo ‘La Familia Montoya’ que cosechó gran éxito en los años 70.
En el ámbito discográfico, su voz quedará para siempre recogida en los discos ‘Triana’ (1976), ‘En familia’ (1978), ‘Macama jonda’ (1983), ‘El Ángel’ (1993) y ‘Un gitano de ley’ (1997). Asimismo, participó junto a familiares y amigos en una de las producciones audiovisuales del flamenco más emblemáticas, como es ‘Rito y geografía del cante’ de TVE, además de en ‘El Ángel’ de Ricardo Pachón.
Con Antonia Rodríguez Moreno ‘La Negra’ pasa como con otros tantos cantaores trianeros que han dejado una huella imborrable en el flamenco y que incluso el flamenco, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, no se entendería sin ellos. No han llenado estadios, no han vendido millones de discos ni han acaparado durante años las portadas de los medios pero su obra pasará a la historia como un hito que, en la práctica, en el día a día, lo vivimos al haber contribuido a configurar la realidad musical y cultural que nos envuelve. ‘La Negra’ ya está con Oliver de Triana, Paco Taranto, la Perla de Triana, Ramón el Ollero, la Andonda, El Arenero o Naranjito, entre otros muchos.
Javier Fernández Maeso