Disquijoteces, de Jorge Cuadrelli
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FOTO: Antonio Torné.
Antonio Torné | @antonioTA2000
Tras interpretar la obra La Puñalá para dar comienzo al Corral de Comedias de la Velá de la presente edición, la compañía Viento Sur decidió representar el pasado martes, 20 de julio, una tragicomedia que ha gustado a propios y extraños: Disquijoteces. El escenario ha sido el Parque del Turruñuelo, al igual que en la primera representación programada. La obra ya había sido estrenada el pasado año, reuniendo un gran apoyo del público en el Festival Internacional de Artes Escénicas de Sevilla, siendo escenificada interpretada recientemente también en el Festival Anfitrión (Jaén).
Como se puede deducir de su título, el drama consiste en una interpretación de la imprescindible novela de Cervantes, aunque sin remitirse en exclusiva al texto original del Quijote. En este caso, el escritor de la obra, Jorge Cuadrelli (tristemente fallecido), se sirvió del género teatral para su creación, y se inspiró en el relato únicamente para hacer hincapié en el mensaje que quería transmitir. Con la colaboración de Edu Bulnes y Fernando Moreno -intérpretes de la obra-, la creación de Cuadrelli se basa en un paralelismo que compara dos realidades a primera vista muy dispares: en primer lugar, la de dos jóvenes actores cuya ilusión es representar la novela de Cervantes con expectativas de triunfar, y por el otro, las andanzas de Alonso Quijano y Sancho en sus travesías por tierras castellanas, en batalla con los peligros que tienen que asumir.
Desde el primer momento en que la historia comienza a ponerse en marcha, la razón de esta comparación torna a dilucidarse ante nosotros. Cuando la trampilla del cielo ya ha desplegado su velo nocturno, y los focos del escenario se han encendido para dar la bienvenida a los actores, la vida de Quijote y Sancho y de los ilusionados intérpretes empiezan a entremezclarse, dándose paso seguidamente. A la hora de contar las hazañas de Quijote, apoyados en el verso –arma cargada de futuro-, representan algunas de las escenas escritas por Cervantes hace ya varios siglos. Con la prosa corrida, desenfadada, se comunican los dos actores para discutir la interpretación de la obra.
La evolución de la historia, sin embargo, no es para nada la deseada por estos. En ambos casos, los protagonistas acaban renunciando a sus objetivos, presos de la realidad en la que viven. El caso de los actores es fundamental en la obra, ya que demuestra la dificultad que entraña desenvolverse en la profesión del teatro y ganarse la vida en él. A pesar del empeño que muestra el intérprete de Sancho porque su compañero siga con el proyecto, acaba cansándose de él y abandonándolo definitivamente.
La historia, por lo tanto deja un regusto incómodo en los espectadores de la obra. No obstante, al concluir, el público se pone en pie. Con un caluroso aplauso, muestra sus respetos a los actores y estos se acercan al proscenio para agradecer el reconocimiento. A pesar de que pudiera suponer una curiosa paradoja, Cuadrelli no engaña a nadie con tal mensaje. Los espectadores comienzan a abandonar el parque y el lugar empieza a quedarse desierto. Quizás, más de uno se haya visto identificado en este Quijote. La clave es que cada uno, como el propio Cuadrelli, podemos crear nuestro propio Quijote.