Se traspasa el Bombete. Adiós al delirio de un loco con peluca
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Era un viernes cualquiera del año 2009 y los chavales echaban la tarde como cada semana en la placita. Otro día que oscurecía donde siempre, contándole a los tuyos las batallitas de la semana entre pipas, ‘Yo Pitter’ y alguna bebida.
-Illo, mañana salimos pero a mí se me ha antojado tomarnos algo ahora. Pa cambiar un poco. Vamos a entrar en algún sitio.
– ¿Y adónde vamos? Yo no tengo ganas de ir al Cachorro y no voy a alejarme mucho de aquí.
– Coño, al Bombete ese mismo. Que está aquí enfrente.
– ¿Al de los lunares? Ni de coña. Ya hemos dicho que ahí no. Que eso es un cuarto oscuro.
Allí donde confluyen Clara de Jesús Montero, Procurador y Marcos Hiráldez de Acosta, espacio que ahora se denomina Plaza Oliver de Triana -los que se criaron allí siempre la llamarán ‘la placita’-, un nuevo vecino trataba de integrarse poco a poco. Tras meses en obras y dos años después de solicitar la licencia correspondiente, por fin había logrado abrir el Bombete. El local estaba regentado por Rubén, un auténtico imán de personajes que, a su manera, alcanzaría la misma categoría de personaje. Esto es en el mejor sentido de la palabra -tal y como lo entendemos en Triana-, debido a su incombustible sentido del humor, empatía, ingenio, peculiar indumentaria y aspecto físico, popularizándose pronto en la zona como ‘El Peluca’.
Ahí empezó el Bombete su particular carrera de fondo para terminar erigiéndose como un lugar de referencia para propios y extraños, en pleno corazón de la Cava de los Civiles. En un entorno donde años antes dejó un vacío el cierre del histórico bar Macario, en un hábitat en el que, entonces, tendría que conseguir asentarse junto a los comercios de alrededor. El primer gran logro del Bombete fue cautivar a los vecinos de la zona -Hotel Triana, Procurador…- para hacer de ellos su clientela fija. Y es que no es fácil ser profeta en tu tierra. Si no que se lo pregunten a otros muchos que no corrieron la misma suerte.
La previa renovación de la placita (reestructuración del mobiliario urbano, parques infantiles, mejora de la limpieza…) fue la gran aliada del Bombete para darle una inyección de vida a un espacio en decadencia, donde gente diferente y auténtica, como la que puebla esa parte de Triana, necesitaba un sitio en el que relacionarse y proyectar su bendita identidad.
Gente diferente en un sitio diferente. ‘Bombete is different’, pero ya lo era muchos años antes de que Rubén extendiera el lema en redes sociales. ¿Donde está la diferencia del Bombete? En lo grande, en lo pequeño, en el día a día, en cada persona, en cada detalle. En el Huelva cantando ‘Mi gran noche’ de Raphael, en Carmelita haciendo el tigre de los Frosties y recogiendo las sillas del bar porque quiere –como si esa trianera ejemplar no hubiera trabajado ya bastante-, en la cara de horror de José el Trompeta (un visitante inesperado) cuando ve venir una sorprendente avalancha, en el Biri de Triana haciendo los shows disfrazado de torero, bailando el ‘Chu chu ua’ y haciendo su paso de ‘El Precipicio’.
VÍDEO: @Juanmarp91 · Show del Biri de Triana durante un evento celebrado en el Bombete en septiembre de 2014.
Porque los eventos del Bombete siempre fueron diferentes; cumpleaños, despedidas, fiestas sorpresa, la playa trianera de ‘Bombete Beach’, el Pescaíto de Feria o la delirante piscina acuática Bombete Park, que se instaló pocas veces pero locas. Casi todo lo que se hacía en el Bombete era diferente, como la manera de entender el karaoke, el bingo veraniego en la placita, esos desayunos, que no duraron mucho pero qué buenos momentos dieron. La leyenda urbana del Bombete hablaba hasta de partidas de póker clandestinas a horas intempestivas; comentarios para nada contrastados.
Además en el Bombete se consumían productos diferentes como los ‘polobotellines’ o los montaitos Bárcenas de chorizo picante con un sobre. Cualquier tarde de junio comiendo caracoles en el Bombete era diferente. Ni que decir tiene de las cabrillas, las mejores que muchos probaron en su vida.
Diferentes son la tita Antonia y Paloma, la madre de la criatura. Diferente es Óscar, el cocinero de Las Golondrinas, cantando en inglés en el karaoke. Chico y su chándal del Betis son diferentes, que para eso es el alcalde la Cava de los Civiles. El Charro con su sonrisa siempre presente, el Seda es diferente entrando a pedir yo que sé qué y soltándote a la salida “Niño, ¿tienes un cigarrito?” –aunque te vea enganchado a una bombona de oxígeno siempre te pedirá un cigarrito-. Y diferente era ver allí cuando se podía escapar a la Blanqui, que también se despide tras años brindado su cariño a los vecinos tras el mostrador de su panadería en Clara de Jesús Montero.
Diferente es que en más de 10 años de Bombete buena parte de su clientela fija no supiera el por qué de ese nombre. Pues bien, el cantaor jerezano Diego Pantoja llamaba en tono de broma ‘Bombete’ a Carlos Cadaval, por su aspecto un tanto regordete, y el apodo se quedó para ponerle nombre al local que abrió Rubén junto a Álvaro y Patricia, sobrinos de Los Morancos e hijos de Carlos Cadaval.

El Biri de Triana y «su papá», Rubén ‘El Peluca’, un poco cortados por el adiós del Bombete. / FOTO: J.F.M.
El innegable éxito del Bombete es en gran parte mérito de Rubén Francisco García Caballero, el alma del local y desde hace tiempo un líder vecinal en esa zona de Triana. Lo ha conquistado levantando envidias y pasiones con su peluca, mientras nos hacía llorar de risa con sus chistes y ocurrencias. Un talento diferente, un genio que se ha rodeado de otros genios. Una banda de locos, bendita locura, que rompe la monotonía y da sentido a nuestra manera de entender la vida en Triana.
Un magnífico testimonio gráfico de ello es el desconcertante e impredecible vídeo sobre Rastreator que Rubén grabó y editó –pincha aquí-. Es un sketch surrealista que supera los límites de la comedia para dejarte con sensación de vacío. No sería muy extraño que algún entendido lo nominara para un festival de cortos y lo consideraran un sucesor de Buñuel. Aunque la mejor obra dirigida por Rubén ‘el Peluca’ se titula ‘Bombete’ y se la ha regalado a Triana durante más de una década.
«El que nunca haya desayunado en La Estrellita o venido a un evento del Bombete no sabe lo que es Triana», sentencia Rubén ‘el Peluca’.
El Bombete se despide de nosotros. Ha adquirido el local una familia del Barrio León con la idea de abrir un negocio más al estilo pub. En principio se llamará ‘The Boss’ (Suerte, vecinos). Pero el adiós no se ha producido por motivos económicos. Rubén llegó a Procurador para abrir un bar diferente y el día en el que el Bombete se convirtiera en un bar normal, ese no sería el Bombete. Cansado física y mentalmente y, ante las barreras que ha encontrado para seguir dando rienda suelta a su humor de locura, Rubén se marcha de la placita sin rencor, cargado de cariño y habiendo escrito un renglón más de la historia de Triana.
Javier Fernández Maeso
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Casi