Lo que no te cuentan sobre el concierto de Daddy Yankee en Sevilla

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Foto: J.F.M.

Javier Fernández Maeso


La capital hispalense acogió el pasado viernes, 14 de junio, un evento histórico. Para entender la trascendencia del concierto que Daddy Yankee ofreció en el Palacio de los Deportes de San Pablo es imprescindible contextualizar, documentarse, dejar a un lado los prejuicios y poner en contraste lo sucedido bajo el techo del polideportivo sevillano con la programación cultural habitual de la ciudad.

Con un derroche de virtuosismo, energía y talento Daddy Yankee pasó por Sevilla completando una hora y media de espectáculo para la historia de nuestra ciudad. En cambio, la crítica de los medios de comunicación sevillanos no le ha acompañado del todo, bien por desconocimiento, o bien por esa losa en forma de estereotipos que sigue pesando sobre el género urbano.

Y es que estos días hemos leído en las crónicas del concierto perlas como que la canción Asesina tiene ritmos “traperos”, que Daddy Yankee cantó Hula hoop -no la cantó, fue Shaky shaky- o que Rompe es uno de sus últimos temas -se estrenó en 2005-. Pero sorprende aún más como en pleno año 2019 se encuentran artículos con la palabra reggaeton escrita de las formas más rocambolescas (casi siempre incorrectas).

Raymond Luis Ayala, el nombre real de Daddy Yankee -más que Ramón Luis, como afirman Wikipedia y algunos medios- aterrizó en Sevilla sin nada que demostrar.  Sus casi tres décadas de trayectoria lo avalan. Al igual que lo respalda el hecho de ser el abanderado del reggaeton desde sus orígenes y hasta el presente; el pilar fundamental de un género musical que compite con el pop y el rock en las listas de éxitos desde hace años. También lo confirman sus millones de fans repartidos a lo largo y ancho del planeta; un movimiento mundial que acumula billones de visitas a sus vídeos en Youtube y millones de seguidores en sus redes sociales.

 

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El verdadero party en #Sevilla. Nunca le bajaron a la energía 🔋⚡️🔋 Hoy le toca a Ibiza!! 🇪🇸 #concalmadegira

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El rey del reggaeton es Daddy Yankee, igual que Michael Jackson era el rey del pop. La corona es suya y en Sevilla no tenía ninguna prueba de nivel, tras una fulgurante gira por Europa que tomaba el relevo de otra tanda de conciertos por Latinoamérica, donde abarrota estadios con decenas de miles de personas cada vez que quiere desde hace décadas. Que a estas alturas Daddy Yankee no tiene nada que demostrar también lo refuerza su profesionalidad. El artista puertorriqueño se vació en el escenario de San Pablo y bebió agua una sola vez en 90 minutos.

Pues bien, el denominado Flow Fest arrancó en el polideportivo sobre las 18:00 horas. Una tarde de junio más fresca de lo habitual en la capital andaluza para disfrutar de uno de los artistas más talentosos del panorama mundial. Pero antes hubo algún DJ y cantantes como Ana Mena o el madrileño, de Pan Bendito, Moncho Chavea. Sí, a Moncho Chavea lo ha definido algún medio sevillano como “artista andaluz” o “músico local”. Quizás el madrileño, junto con Ana Mena, fueran lo más destacado del cartel -Daddy Yankee aparte-.

Bebió agua una sola vez en hora y media de concierto

El público -más de 6.000 personas- que se congregó en el Palacio de los Deportes de San Pablo era muy variado, como son los seguidores de esta estrella mundial. Se pudieron ver grupos de niñas que apenas superaban los 10 años acompañadas de sus padres, quizás atraídas por hits como Con calma o Dura. También grupos de latinos que fueron al concierto en familia o en pandilla. Y sobre todo mucha juventud, entre los 15 y los 30 años. Adolescentes que querían escuchar Adictiva, los remixes de Asesina o Baila baila baila y veinteañeros que nos acercamos peligrosamente a los treinta, con ganas de escuchar en directo clásicos como Mayor que yo; Rompe; Lo que pasó, pasó y, por qué no, soñar con algún tema pre-Barrio Fino (2004), que al final terminó sonando.

Se agotaba la espera. Daddy Yankee volvía a Sevilla once años después con una setlist muy diferente a la que presentó en 2008 en el Auditorio Rocío Jurado de la Cartuja, en aquel concierto organizado por Integración Radio. Mucho ha llovido desde entonces. Barrio Fino otorgó al reggaeton dimensión internacional pero en la época del último concierto de ‘El máximo líder’ en Sevilla su disco Talento de barrio revolucionaba los sonidos del reggaeton tal y como lo concebíamos hasta ese momento. Gracias también, cómo no, al trabajo de los productores Musicólogo y Menes (Los de la Nazza).

Palacio de los Deportes de San Pablo a oscuras durante el inicio del concierto. / FOTO: J.F.M.

Después vinieron elepés como Mundial o Prestige y un sinfín de mixtapes, colaboraciones y singles. Todo lo que toca Daddy Yankee se convierte en oro. Su compromiso con el reggaeton está fuera de toda duda y a día de hoy sigue colaborando con los artistas más jóvenes del género para impulsar su carrera y el movimiento. Pero aún no se valora su carrera como se debería, pues el boom de La gasolina y Barro Fino no es producto de la casualidad.

Años atrás, Daddy Yankee no era un simple rapero. Ya puso el germen del reggaeton con el dembow de los 90, junto al mítico DJ Playero y otros artistas locales de Centroamérica. El nacimiento de un nuevo género musical en un contexto de pobreza y delincuencia. Historia de la música mucho antes de La gasolina.

Daddy Yankee hizo historia mucho antes de la ‘La gasolina’

Conocido y reconocido en Latinoamérica ya en los 90, a principios del presente siglo formó una sociedad artística que pasó a la historia del género urbano con su compatriota Nicky Jam. Ahora Netflix hace caja con la serie documental Nicky Jam: El ganador, donde se refleja la creación musical y la buena sinergia de Los Cangris. Estos son dos simples apuntes de la carrera artística de Daddy Yankee antes de Barrio Fino. De hecho, los primeros quince años de su trayectoria, es decir, la época anterior a La gasolina, podría ser la envidia de muchos artistas.

Son argumentos imprescindibles que aportar en el caso que nos ocupa pero evitemos profundizar demasiado para no alejarnos de lo ocurrido en San Pablo. A las 22:00 horas comenzó el show de Daddy Yankee. La primera canción fue la que pone nombre a la gira, Con calma. Sobre el escenario los bailarines y se proyectaban imágenes relativas al tema en la pantalla. Le acompañaron dos coristas, su inseparable y trotamundos Cochinola fue uno de ellos. En los platos, el incombustible DJ Rafi Mercenario.

 

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Puñeta esta Yankee 😂 @daddyyankee #pinarazzi

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Daddy Yankee se vale en su gira europea de un equipo no especialmente numeroso pero con mucho talento y gran experiencia. Aunque si algo caracteriza a este artista es que no necesita nada de eso. Él solo con un micrófono es capaz de poner a botar a miles de personas y así lo demostró luego. El espectáculo es él y no lo que le rodea.

Al contrario de lo que se ha afirmado en otro medio, el concierto “no arrancó con los últimos temas del artista”. Después de Con calma cantó Rompe (2005) y poco después Lo que pasó, pasó (2005). Tampoco “acabó con un popurrí de las canciones más añejas que le hicieron famoso” cuando el reggaeton aún era una novedad. Cerró el concierto con Limbo (2012) y Lovumba (2012). Y no, en medio no interpretó “todos sus temas conocidos”, pues durante el show fue intercalando canciones de todas las épocas de su trayectoria y sorprendió con Machucando al completo y su prehistórico Yo nunca me quedo atrás.

Con un micrófono se basta para formar el espectáculo

Sin duda, ambas interpretaciones fueron un auténtico regalazo para los seguidores más fieles y veteranos del género urbano que se dieron cita en el pabellón. Algo que expresó en palabras el propio artista. En un derroche de virtuosismo, Daddy Yankee empezó a pronunciar sílabas a la velocidad de la luz como si respirar no fuera con él. Y no se equivocó ni media palabra. Así remató Yo nunca me quedo atrás, enlazando con rimas dedicadas a Sevilla y al público presente, como hizo a lo largo de todo el espectáculo con sus improvisaciones.

Para otra muestra de su talento el Shaky shaky, que también cantó en San Pablo. Antes esa misma pista servía para que Daddy Yankee improvisara en directo e hiciera la demostración de Tírate un paso con sus bailarines. Esa base la extrajo ‘The big boss’ un día cualquiera en el estudio y, de nuevo improvisando y sin esmerarse demasiado, le puso letra. Con eso generó un viral que terminaron bailando alrededor de todo el mundo. Y de ahí sacó otro hit; Hula hoop, rentabilizando su producción al máximo. Anda que si se llega a esmerar…

 

Resulta sorprendente ir a un concierto y ver cómo el público no para de bailar durante hora y media, mientras que en el escenario igualmente no se para. Hay festivales de música electrónica en los que la gente no para quieta, pero el deejay no se menea de la mesa de mezclas. Los 55 euros en pista que valía la entrada estaban de sobra justificados, pues el espectáculo que se vivió en San Pablo, tanto sobre el escenario como en la pista, no se presencia todos los días ni en todas las ciudades.

Daddy Yankee no paró durante 90 minutos. Su sudor lo demostraba. No se guardó nada. Ni la prediabetes, ni su agotadora gira europea, ni el balazo que sufrió en la pierna un 6 de enero -lo que le obliga a llevar una prótesis de metal y le causó cojera- frenan a esta estrella mundial. Un auténtico ejemplo de profesionalidad. Musicalmente lo afrontó todo, realizó los chanteos más complicados, entonó y cubrió toda la letra que pudo sin dejarse llevar por la ayuda de los coristas y el público.

El precio de la entrada estaba más que justificado; no se vive un concierto así todos los días ni en todas las ciudades

Por los oídos de los asistentes pasaron instrumentales de los mejores productores del género urbano, como Luny Tunes, Los de la Nazza, Dj Urba, Rome o Chris Jeday. Músicos todoterreno de sobra reconocidos y que han trabajado para infinidad de artistas de renombre. Pues según se lee en una crónica de otro medio sobre el concierto, la producción de estos músicos consiste en un “ritmo facilón tropical” o en “reguetón sencillo y efectivo”. Una conclusión aterradora.

Si esto fuera así, y el reggaeton estuviera a la altura de cualquiera, es extraño que Kiko Rivera o el futbolista Jesé no estén ya haciendo las Américas como Lola Flores. Ni Dios lo permita. En fin, los prejuicios de siempre volviendo a relucir bajo el sol de Sevilla. La ciudad en la que once años después volvió a sonar en directo La gasolina interpretada por su autor, que ya aclaró hace dos años el significado de la letra. Simplemente eso, pasarlo bien.

 

Y a Sevilla le gusta la gasolina, la energía, el éxtasis que se vivió en el Palacio de los Deportes de San Pablo cuando se escucharon los primeros sones de este himno que popularizó el reggaeton en Europa allá por 2004, si bien dicho tipo de música desembarcó en España algún año antes. Como anécdota curiosa, después de ciertas diferencias con Luis Fonsi, quedó la petición del artista al público para que cantara la parte de Fonsi en Despacito, algo que lleva haciendo durante toda la gira.

En líneas generales, el concierto de Daddy Yankee fue una oda a la diversión, el dejar los problemas a un lado y darlo todo sin pensar durante hora y media. Para lograr a tal nivel este noble propósito en las mentes de miles de asistentes se requieren muchos ingredientes (virtuosismo, profesionalidad, experiencia…), tal y como se ha ido exponiendo a lo largo de este artículo. Es un proceso mucho más complejo y meritorio de lo que aparenta a simple vista.

El reggaeton conlleva un proceso de producción complejo y también contiene mensaje social

Pero no todo es frivolidad y diversión sin pretensiones. Quizás las canciones de Daddy Yankee que acumulan más millones de visitas en Youtube y conforman su setlist para agradar a su público europeo no tienen un mensaje social destacable pero esto no es representativo de la trayectoria del artista. Para ser un buen reggaetonero es necesario ser un buen rapero. Y Daddy Yankee es un excelente rapero. Por eso tiene temas como Me quedaría, Ora por mí, Palabras con sentido o La calle moderna. Son composiciones que igualmente suman millones de reproducciones en todas las plataformas pero no tienen la misma demanda que el resto para un concierto, lo que no les resta valor.

En definitiva, un 14 de junio histórico para la programación cultural de Sevilla, que acogió un espectáculo a la altura de muy pocos artistas. Un concierto de un cantante irrepetible y que con el paso del tiempo se irá reconociendo a la altura de los más grandes de la música. Sevilla alberga conciertos multitudinarios de artistas nacionales y extranjeros pero pocos acumulan los logros que atesora Daddy Yankee y casi ninguno es capaz de ofrecer un directo a tan alto nivel.

El evento del pasado viernes hubiera contado con más público si la crítica indocumentada de los ‘mass media’ hacia el reggaeton no siguiera cayendo en los mismos prejuicios y mantras, restando credibilidad e importancia a estos espectáculos y dificultando que nuevas personas se acerquen al género urbano. Aún así hubo mucha juventud en el Palacio de los Deportes de San Pablo. El futuro del reggaeton en Sevilla está asegurado.

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