La eterna pregunta: ¿sirve para algo el 8M?

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Manifestación del 8M por el Puente del Cachorro. | FOTO: Javier Fernández Maeso.


Saray Albenca
@SarayAlbenca
Redactora de Triana Digital


Otro año más nos enfrentamos a la absurda y eterna pregunta: “¿de verdad las mujeres necesitan un 8M?”. Durante estos días he escuchado desde que “el machismo no existe” a que “las mujeres estáis mucho mejor”. ¿Ah, sí? Pongo uno de los bastantes ejemplos de actualidad.

¿Os acordáis de Berta Vázquez? Es la actriz coprotagónica de Palmeras en la nieve, donde ella y Mario Casas comparten varios momentos tórridos, románticos y, ¿por qué no decirlo?, también tóxicos. Pero lo menos importante ahora es el rol que desempeñan en el largometraje. Si saco a colación a Berta Vázquez se debe a los múltiples y humillantes comentarios que la intérprete ha recibido en las últimas tres semanas, después de que posara en la alfombra roja de los Goya.

El foco de los flashes, redes sociales y entrevistas no fue, ni mucho menos, lo buena artista que es o cómo se sentía por ser una de las encargadas de entregar el premio a Mejor Película Europea, sino su gran cambio físico.

Que si “ha puesto unos kilitos”, “está gorda”, “qué pena cómo se ha estropeado” y un largo etcétera. Como siempre, las mujeres siendo diana de insultos o comentarios absolutamente fuera de lugar y que nada tienen que ver con su profesión. El problema es que es una práctica notablemente más acusada con el género femenino que con el masculino. En cambio, del hombre se lanzan palabras en otra línea como “qué buen actor es”, “qué bien lo ha hecho en tal película” o “con los años se ha vuelto interesante”. Para nosotras siempre giran alrededor del físico, sobre cómo vestimos o vamos maquilladas. ¿Y nuestro trabajo? ¡Qué importa cómo somos o vayamos!

Más allá de los conflictos del estereotipo femenino, el canon de belleza o la femme fatale, no sabéis lo grave que es juzgar el físico de alguien sin conocer realmente las repercusiones de ello. Podemos estar provocando futuros trastornos alimenticios o acuciando graves problemas de salud. De hecho no sabemos por qué la gente está o deja de estar de una manera determinada. Es un tema que no nos concierne para nada como sociedad. ¿Acaso te perjudica el cuerpo que luzca una mujer u otra? Es un asunto que escapa de nuestro juicio y queda solo para la persona que lo vive.

¿Esto no es machismo también? Por consiguiente la lucha no acaba con tener una cuenta bancaria propia, prescindir del marido para cuestiones burocráticas, percibir mejores sueldos ni disponer de un poco de conciliación familiar. El feminismo es mucho más. Igual que no solo se batalla el 8M, sino cada día de nuestra vida. La guerra además está en las urnas, que finalmente son las que deciden qué derechos tendremos las mujeres y de cuáles seguiremos prescindiendo.

Ya lo hicieron antes que nosotras las suffragettes encabezadas por Emilie Pankhurst o nuestra querida Clara Campoamor.

¡Mujer, lánzate a la calle! ¡Lucha! ¡Que nadie te quite lo que es tuyo! ¡Que nadie valore lo que eres por tu físico! No olvidéis nunca por qué luchamos.

Cabecera de la manifestación del 8M de 2023 tras cruzar el Puente del Cachorro. | FOTO: Javier Fernández Maeso.

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