La despedida de Triana para vivir un histórico Rocío

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El Simpecado de la Hermandad del Rocío de Triana encabeza un reguero de carretas por la calle Castilla. / FOTO: Javier Fernández Maeso

La romería del Rocío saca de Triana lo más genuino de sí misma y eso se desprende de cada imagen, cada detalle, que la salida de la sexta hermandad filial regala por las calles de su engalanado barrio. Hasta despedirse del arrabal en el extremo norte de Ronda de Triana y adentrarse en el Aljarafe, tierra vecina refugio de trianeros exiliados donde se cultiva la misma devoción por la Virgen almonteña.

El tópico de que Triana es diferente se carga de argumentos cuando su hermandad se marcha a las marismas cada primavera, pero ayer todo era más diferente dentro de lo diferente. El patio de la Parroquia de San Jacinto se llenaba de romeros y las puertas del templo dominico se abrían de par en par dejando paso al Simpecado que diseñara Gómez Millán.

El patio de la Parroquia de San Jacinto atestado de romeros y vecinos que aguardan la salida del Simpecado. / FOTO: Javier Fernández Maeso

Al otro lado de la cancela, la carreta de plata esperaba en Pagés del Corro escoltada por decenas de caballistas. La muchedumbre se arremolinaba en los aledaños de la parroquia consciente de lo que iba a suceder. Hacía 37 años que la Hermandad del Rocío de Triana no salía de San Jacinto; desde la ya lejana primavera de 1982.

La carreta de plata llega por Pagés del Corro, desde la calle Evangelista, para que le coloquen el Simpecado a la salida de San Jacinto. / FOTO: Javier Fernández Maeso

Los caballistas esperan la salida del Simpecado en una calle Pagés del Corro repleta de romeros y vecinos. / FOTO: Javier Fernández Maeso

Este año la corporación de la calle Evangelista volvía a la iglesia donde residió durante décadas; una vuelta al pasado en la que coincidió los minutos que tardó la Misa de Romeros con los titulares de la Hermandad de la Estrella, que permanecerán allí hasta la Semana Santa de 2020 debido a las obras de ampliación en su capilla y Casa Hermandad. La Hermandad del Rocío trianera conmemoraba así el bicentenario desde que se estableció en la Parroquia de San Jacinto, donde convivió durante años con la cofradía del Domingo de Ramos. Ese vibrante ‘dejà vu’ terminó cuando el Simpecado atravesó el patio de la parroquia y salió por la cancela de San Jacinto.

Los ‘vivas’ a la salida del templo dominico cedieron el testigo al ‘Salve, Madre’ mientras un hermano colocaba el Simpecado en la carreta de plata que lo llevará a las plantas de la Blanca Paloma. Ese mismo hermano estallaba de nuevo en ‘vivas’ al finalizar el rezo, con menciones especiales para la Parroquia de San Jacinto y la Hermandad de la Estrella. Y así emprendió la marcha la carreta del Simpecado, a los sones de la banda y seguida de un reguero de almas que se alejaron calle San Jacinto arriba.


Por la calle San Jacinto se abrió paso la comitiva, encontrándose con nuevos vecinos, hermanos, devotos y visitantes a su paso -hasta 5.000 romeros se marcharon al Rocío ayer con Triana-. Un paso que se aligeró tras la espera de los minutos previos a la salida, que se demoró más de media hora sobre lo previsto. La carreta de plata continuó a buen ritmo por el Altozano, San Jorge y Callao, entre sevillanas, envuelta en la algarabía costumbrista que caracteriza a esta celebración.

Una vez en la calle Castilla, “que es la estampa de oro de mi Sevilla”, como sentenció Gracia Montes en aquellas sevillanas, todo vuelve a su cauce. Un sendero de gloria hacia las eternas marismas, la calle rociera de Triana por excelencia. Es como si el tiempo no hubiera pasado y todo el año fuera Rocío; parece como si la realidad se congelara en una conjunción perfecta de elementos y nunca acabara ese transitar de la hermandad por el corazón del arrabal. La salida de Triana alcanza su máxima expresión en la calle Castilla.

La carreta de plata con el Simpecado de Triana por la calle Castilla. / FOTO: Javier Fernández Maeso

Y el cortejo fue fluyendo multitudinario por Castilla, con parada obligada en la iglesia de La O. A pesar de las vallas que delimitan las obras en el antiguo cine Astoria, las cuales estrechan el discurrir de los romeros, la comitiva se fue adaptando a los obstáculos físicos como buen manantial de ilusión, fe y tradición para presentarse ante Nuestra Señora de la O y Nuestro Padre Jesús Nazareno.

La comitiva de la Hermandad del Rocío de Triana abarrota la calle Castilla. / FOTO: Javier Fernández Maeso

Tras recibir otra inyección de caballistas y romeros que se unieron en Chapina, el paseo triunfal por Castilla finalizó a los pies del Cachorro y la Virgen del Patrocinio, hasta donde se alargó la carreta de plata para que los presentes volvieran a rezar el ‘Salve, Madre’. Por aquella zona quedaban algunos peregrinos rezagados de la hermandad de la Macarena, que pasó minutos antes por la Basílica del Patrocinio. Y en loor de multitudes la carreta del Simpecado se reintegró en el cortejo trianero para buscar la desembocadura de Ronda de Triana en la Avenida Expo’92.

Allí, ante la presencia imponente del rascacielos más alto de Andalucía, la carreta trianera se volvió hacia su barrio, hacia centenares de vecinos que la esperan dentro de una semana y se despedían de la hermandad en ese extremo del barrio. El himno sonó ante esa congregación que recibirá a los suyos de nuevo el jueves 13 de junio cuando regresen con otro Rocío más en el cuerpo, cargados de misticismo marismeño.

El Simpecado de Triana vuelto hacia su barrio, despidiéndose hasta dentro de una semana. / FOTO: Javier Fernández Maeso

Pero el camino solo acababa de empezar. Y la segunda ‘pará’ tiene lugar en “la otra Triana”, esa que han ido repoblando paulatinamente los trianeros que se han visto obligados a exiliarse en el Aljarafe. Castilleja de la Cuesta se va al Rocío con Triana y la calle Real espera cada año a la hermandad del arrabal sevillano para hacer una fiesta a su paso e integrarse en la comitiva. Las niñas del colegio de las Irlandesas cantaron ‘Aquí estamos otra vez’ ante el Simpecado y las campanas redoblaron en la Parroquia de la Inmaculada.

Triana iba recogiendo los pedacitos de sí misma que el Aljarafe guarda a buen recaudo para hallarse completa en la calidez de junio. El camino podía continuar hasta la aldea, en el año que se celebra el centenario de la Coronación Canónica de la Virgen del Rocío.

Las carretas de Triana avanzan por la calle Real de Castilleja de la Cuesta. / FOTO: Mari Ángeles Bernal

Una carreta de la Hermandad de la Inmaculada se despide a las puertas de su parroquia, antes de emprender el camino al Rocío. / FOTO: Mari Ángeles Bernal

Javier Fernández Maeso

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