Daddy Cadi, mucho más Cadi que Daddy
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POR JAVIER FERNÁNDEZ MAESO
Ha sido la gran sensación del Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas (COAC) de Cádiz en su edición de 2019, que terminó durante la madrugada del pasado viernes al sábado, 2 de marzo. Una chirigota sevillana se ha quedado a tan solo 0,99 puntos de alzarse con la victoria en la final del Falla. No obstante, ha obtenido un segundo premio histórico. Se trata del mejor resultado que ha alcanzado una agrupación de la capital andaluza en el concurso gaditano.
La chirigota de Jesús Benárquez Liaño y Pablo de la Prida ha sido aplaudida por la crítica y vitoreada por el público. Su leitmotiv: el reggaeton. Sobre este concepto han erigido su obra, con la crítica social y el humor característico de una chirigota que, en este caso, tiene por estribillo: “Un político drogata, un cura que es tocón, un monarca putero y todo el mundo votando a Vox… Después la culpa para el reggaeton”.
Pero realmente, ¿cuánto de reggaeton hay en esta chirigota? ¿Qué papel juega el reggaeton en todo esto?
MUSICALMENTE, POCO REGGAETON
Sin dembow no hay reggaeton. Este punto es imprescindible porque ni todo lo que se cante con acento andaluz es flamenco ni todo lo que se cante con acento latino es reggaeton. Y el compás del reggaeton, el dembow, se emplea en menos de la tercera parte de la chirigota.
La presentación al completo se realiza a ritmo de reggaeton. En cambio, en los pasodobles solo hay algunas pinceladas -los primeros sones a ritmo de ‘Dile’ de Don Omar y un par de frases al final, en ambos pasodobles-, en los cuplés casi nada -solo la frase del estribillo “la culpa es del reggaeton”- y, de nuevo, algo más de reggaeton en el popurrí, aproximadamente en la mitad.
LOS ESTEREOTIPOS DE SIEMPRE RELUCEN BAJO EL SOL DE CÁDIZ
Mientras que otras agrupaciones del concurso recurrían el año pasado a asesoramiento profesional para huir de estereotipos y no caer en los prejuicios que afectan a la etnia gitana, en el caso de los latinos no parece ser necesario. A algunos les parecerá casualidad, a otros pura hipocresía. Y es que en Andalucía, por número e influencia, lógicamente afectan mucho más las críticas de la comunidad gitana que las de la latina.
“Soy un 80% de amor y un 30% de inteligente” dicen los Daddy Cadi durante la presentación, entre otras cosas. Nuevamente el prejuicio de que los reggaetoneros son tontos. Ahí tienen a Bad Bunny, identificable en el tipo de uno de los chirigoteros, que era universitario antes de convertirse en icono mundial. Y a tantos músicos del género urbano con vastos conocimientos musicales, a pesar de ser víctimas de la ola de violencia y la pobreza que azotan sus países de origen, como Puerto Rico, y de pocos años hasta la fecha, también artistas de Colombia.
“Hay quien dice que mi canción es fácil y yo le digo que no, que no es fácil, encontrar una rima no es fácil” es otra frase que se escucha en la presentación. Obviando que la inmensa mayoría de los reggaetoneros rapean y que una parte considerable de ellos es también de raperos. Existen incluso subgéneros temáticos como las ‘tiraeras’ donde el dominio del lenguaje es indispensable para definirse. Parece como si determinados recursos estilísticos de repetición solo estuvieran aceptados intelectualmente del Atlántico hacia nuestro lado. En este sentido, los propios Daddy Cadi, en el popurrí, a ritmo de ‘Dale don dale’, riman varias veces seguidas con la misma palabra.
Una parte del popurrí reza así: “por el reggaeton llevo desde que entré en parvulitos con el calentón. Para que me creáis, me enganché a la pierna de la maestra como un yorkshire (…). Desde chiquitín me gustaba el derroche, la carta a los Reyes… Todo los años lo mismo pedía: 19 tías y 500 coches”. Una oda a los prejuicios y estereotipos más básicos que existen sobre el reggaeton, cuya guinda se coloca con la crítica a lo ninis a ritmo de ‘Cómeme el donut’ (“Lo más parecido que he tenido a un trabajo creo que fue pidiendo para el Domund”).
Los Daddy Cadi se alinean en la generalización y la simplificación, en ese pensamiento tan extendido de que “todos los reggaetoneros son ninis, ignorantes, machistas, sátiros y materialistas. Los raperos son delincuentes, los rockeros rebeldes y adictos y los aficionados al reggae hippies”.

La chirigota sevillana Daddy Cadi se ha cocinado en un local del Tardón, donde la agrupación acostumbra a realizar sus ensayos.
CONTROVERTIDA SELECCIÓN DE TEMAS ORIGINALES
Para generar su “clima reggaetonero”, los Daddy Cadi se apoyan en composiciones originales de reggaeton sin otro objetivo aparente -lógico por otra parte- que obtener la gracia del público, más allá de intentar alcanzar cierta coherencia.
La chirigota sevillana recurre a clásicos del género urbano como ‘Dile’ y ‘Dale don dale’ de Don Omar, con la misma alegría que utiliza hits comerciales como ‘Sin pijama’ de Becky G y Natti Natasha, incluso parodias pobres en talento como ‘Cómeme el donut’ de Jirafa Rey y Lapili. No es de extrañar que esto le chirríe a cualquier persona con conocimiento de causa en lo que al reggaeton se refiere.
Y es que, buscando un símil en el aspecto cofrade esto es como si justo después de escuchar la marcha ‘El Desprecio de Herodes’ interpretada por Tres Caídas de Triana un Domingo de Ramos, acto seguido continúa la banda tocando la adaptación del spot de Coca Cola (‘Ho Hey’ de The Lumineers).
Por otro lado, es importante subrayar las menciones completamente aleatorias a productores y sobrenombres de artistas, como a Héctor ‘El Father’, del que no hay ni una sola melodía original en toda la chirigota. O ‘El Patrón’ de Tito El Bambino en ‘Dile’ de Don Omar. A no ser que se refirieran a Pablo Escobar.
LOS TIPOS, QUIZÁS LO MEJOR
La utilización de elementos de la estética reggaetonera, ya sea de videoclips o de conciertos, como coches de alta gama, grandes abrigos de pelos, joyas, tatuajes, gafas de sol, máquinas que disparan billetes, gorras planas… puede ser acertada. Con añadidos como purpurina en la barba para dotarle de un sentido más cómico y carnavalesco. En principio, todo ‘ok’.
Individualmente parece que se puede reconocer a algunos reggaetoneros, como Maluma, Yandel, J Balvin, o un Bad Bunny -más trapero que otra cosa- subidito de peso, que a primera vista parece King África. Sin embargo, se adivina una especie de Juan Magan entre los componentes. Y Juan Magan tiene de reggaetonero lo mismo que Tamara ‘La Mala’ de mezzosoprano.
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Son legítimas pero chocan. Un meme de thug life acaparando tanto protagonismo en la puesta en escena chirría, ya que no tiene ningún vínculo especial con el reggaeton. De hecho el origen de la expresión reside en el rap americano de los 90 y su mítico exponente Tupac. Es decir, un elemento que con su evolución contemporánea en meme se ha ido aplicando a todo lo aplicable.
Algo idéntico ocurre con las referencias que se hacen al twerking, que por provocativo igual han asociado al reggaeton, sin ningún tipo de criterio. El origen de este baile es ajeno al reggaeton. Algunas voces apuntan a que surgió en Nueva Órleans, a principios del presente siglo, con DJ Jubilee. Simplemente es un estilo de baile que se practica con cualquier tipo de música que se preste. De hecho, la mayoría de las veces se twerkea con estilos de música diferentes al reggaeton.
EL REGGAETON COMO PUNCHING BALL
En definitiva, los Daddy Cadi utilizan el reggaeton como una sábana vieja con la que hacer trapos y sacar brillo a su histórico segundo premio en el concurso de chirigotas. Aprovechan las positivas cualidades rítmicas del género urbano para crear un espectáculo atractivo, no solo en el contenido, sino también en la forma al empaparse de su estética en los tipos. Todo ello vaciándolo de sentido, utilizándolo como una especie de punching ball que absorbe todo lo negativo que a simple vista no encontrarás en esta chirigota. La culpa no es del reggaeton, pero lo parece.
Todos los periodistas escriben con buen criterio… Ahí llevas otra generalización que no siempre se cumple…
Para una gente que nos ha representado con tanto exito en el carnaval, me parece una crítica totalmente injustificada…, está claro que nadie es profeta en su tierra.