Cuando Triana se va
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La salida de la Hermandad del Rocío de Triana hizo posible que fieles, hermanos, vecinos y visitantes disfrutaran de una mañana espléndida en el arrabal. Las primeras horas de un miércoles de mayo en el que Triana se va de romería adquiriendo esos tintes añejos de una tradición arraigada en el barrio desde principios del siglo XIX.
Cinco mil almas marcharon hacia la aldea entre sevillanas y cohetes, realizando una salida especial por diferentes motivos. Por un lado, el Simpecado, recién restaurado, se asomó a la calle Evangelista a las 7:30 horas para dirigirse a la Parroquia de Santa Ana en Rosario de la Aurora portado por los hermanos. Las obras de Emasesa en Rodrigo de Triana y la Plazuela de Santa Ana hicieron que la comitiva tuviera que dar la vuelta por Pagés del Corro, girando a la izquierda, en dirección Santa Ana, más allá de la calle Luca de Tena.
La Misa de Romeros tuvo lugar en la ‘Catedral de Triana’, de donde partió el Simpecado, ya en carreta de plata, para enfilar Pureza y detenerse en la Capilla de los Marineros en el Año Jubilar de la Esperanza de Triana. Cuando el cortejo llegó a la Plaza del Altozano y se unieron las carretas, todo empezó a parecerse más a lo habitual porque la comitiva recorrió San Jorge, Callao y Castilla y, esta última calle, arteria de la Cava de los Civiles, es tan rociera que hace de Triana una mañana de romería, independientemente de la cantidad y la magnitud de cambios que pudiera haber. Lo hubiera hecho hasta con cualquiera de los temporales que hemos sufrido en los últimos meses.
Y Triana se despidió de La O y El Cachorro, como cada año, para decir adiós a su barrio buscando Castilleja de la Cuesta, donde tiene lugar la primera ‘pará’. Ya lo dijo María del Monte. Y es que “no sé que tiene Triana, cuando Triana se va”, que te deja una sensación de alegría al pasar y a la vez de vacío cuando se va.
J.F.M.