Crónica negra de Triana. El degollamiento del bar ‘La Pará’
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En el número 4 de la calle Rafael Belmonte se encontraba el bar ‘La Pará’.
Corría el año 2008 cuando Roberto Chikilicuatre representaba a España en el Festival de la Canción de Eurovisión con su tema el ‘Chiki chiki’. Un episodio tan surrealista, aunque no tan oscuro, como el que se iba a vivir esa misma noche en el bar ‘La Pará’, situado en la trianera calle Rafael Belmonte. Allí, cada punto que recibía Chikilicuatre en el concurso ‘eurovisivo’ era celebrado por Jin, propietario de origen chino del bar, que se abrazaba sin saberlo con el que minutos más tarde sería su asesino.
Pasadas las 6:00 horas del 25 de mayo, Jin Ling Min, de 33 años, era encontrado por la Policía Nacional degollado en el interior de los servicios de su bar. Fue María, su mujer, de origen rumano, quien dio la voz de alarma tras haberse acercado al bar durante la noche hasta en tres ocasiones y encontrarlo con la puerta cerrada, las persianas subidas, las luces de fuera encendidas, las del interior apagadas y los veladores puestos. Al no tener las llaves no pudo acceder al interior del local. Antes, sobre las 23:00 horas, María había llamado a Jin, quien le comentó que estaba a punto de cerrar. Sin embargo el propietario del bar no saldría de allí con vida.
El levantamiento del cadáver, que no se produjo hasta el mediodía, fue un tanto penoso por las circunstancias en las que se encontró la mujer del fallecido, un tanto desatendida, sin acceso a la cuenta bancaria para realizar las gestiones necesarias, por lo que le instaron a acudir al juzgado. Mención aparte merecen las condiciones de tráfico que presentaba Triana, llegando a provocar un pequeño atasco la furgoneta de la funeraria, según recoge Diario de Sevilla.
El escenario del crimen se encontró revuelto, con la caja registradora abierta, aunque en principio no trascendieron más detalles. La víctima había recibido hasta once puñaladas, ocho de ellas en el cuello, que le provocaron la muerte. Las primeras hipótesis que barajó la Policía Nacional, que tomó el mando de la investigación, apuntaban al móvil del robo o un ajuste de cuentas.
EL BAR ‘LA PARÁ’
La víctima y su viuda habían adquirido seis meses antes este local de un matrimonio español que cinco años atrás abrió ‘La Pará’. Jin y María mantuvieron la carta de cocina típica sevillana del comercio hostelero, debido a la positiva demanda que tenía. La pareja había logrado incrementar la clientela y se encontraba bastante integrada en el barrio, donde muchos vecinos apreciaban a Jin.
Los ingresos que generaba el establecimiento, única fuente de ingresos de la pareja y su hijo de seis años –casualmente en China durante el luctuoso suceso-, procedían en su mayoría de la fiel clientela que desayunaba allí a diario, conformada en esencialmente por vecinos, trabajadores de la torre Mapfre y estudiantes de una academia de oposiciones cercana. Servían además tapas a mediodía, pero no solían cerrar más tarde de las 22:00 horas.
DETENCIÓN DEL PRESUNTO ASESINO
Tres días más tarde, el miércoles 28 de mayo sobre las 13:00 horas, el Grupo de Homicidios de la Policía Nacional detuvo en plena vía pública, a pocos metros de su domicilio, a Daniel CM, un vecino de la calle San Jorge de 35 años, como principal sospechoso del crimen. Era un cliente del bar ‘La Pará’ que había estado allí la misma noche en la que se produjo el asesinato. Había salido de prisión 7 meses antes y le constaban antecedentes penales por dos robos con fuerza.
Daniel CM fue trasladado a la Jefatura Superior de Policía situada en la avenida de Blas Infante y se le impuso prisión incondicional. Todo apuntaba a que él era el último cliente del ‘bar La Pará’ y el móvil del crimen había sido el robo. Del local se sustrajeron una pantalla plana de 40 pulgadas –el mismo televisor donde vieron el festival de Eurovisión-, un ordenador portátil y la recaudación de dinero del teléfono público y la caja registradora. El botín fue valorado en 1930 euros.

El presunto asesino del propietario del bar ‘La Pará’ fue detenido en la calle San Jorge, en plena vía pública.
Desde el primer momento, el acusado sostuvo su versión inicial y negó los hechos con los que se le relacionaba, reconociendo ante el juez de instrucción número 13 de Sevilla que estuvo en el bar ‘La Pará’ la noche del crimen viendo Eurovisión. Daniel CM afirmó que él se recluyó en el servicio de señoras del establecimiento “para fumarse una plata de cocaína y heroína”. Aseguró que, al salir del bar para despejarse, dejó a Jin discutiendo con unos compatriotas chinos y se fue a dar una vuelta de 30 minutos como máximo.
Así, según su testimonio, cuando regresó se encontró a la víctima en el suelo agonizando, por lo que intentó auxiliarla pero terminó huyendo por miedo a que se le imputara el crimen debido a sus antecedentes penales. De esta forma intentó justificar Daniel CM los indicios que apuntaban a él como presunto autor del asesinato. Pero las pruebas que tenían los investigadores contra él eran aplastantes.
RECONSTRUCCIÓN DE LOS HECHOS
Al menos desde abril -un mes antes- Daniel CM había estado vigilando el bar ‘La Pará’ y estudiando minuciosamente los movimientos de sus propietarios. El 21 de mayo de 2008, unos cinco días antes del crimen, robó una furgoneta en la calle Monte Carmelo para transportar los enseres que pretendía robar. Sobre las 23:00 horas, entró en el bar ‘La Pará’, donde quedaban algunos clientes terminando de ver el festival de Eurovisión.
Desde el interior, Daniel CM observó cómo se quedaba un hueco libre para aparcar justo delante del bar. Pidió permiso a Jin para reservarlo con una mesa de pie y algún taburete del bar. Entonces trasladó la furgoneta para aparcarla en la puerta del establecimiento. Esperó a que se fueran todos los clientes y se quedó a solas con Jin. Sobre las 1:30 horas, cuando Jin se disponía a cerrar, Daniel CM le atacó con un arma blanca. Jin intentó refugiarse en los aseos para hacer una llamada con el móvil y pedir socorro pero allí su asesino le asestó once puñaladas, ocho de ellas en el cuello, llegando a degollarlo.
Inmediatamente después Daniel CM regresó a la barra para terminarse la copa de ron con Coca Cola que se estaba bebiendo. Luego se dirigió al otro lado de la barra, forzó la caja registradora y el cajetín del teléfono para recaudar no más de 200 euros. Después trasladó el televisor y el ordenador portátil a la furgoneta y abandonó el bar ‘La Pará’. Las pisadas de sangre delataron la secuencia de sus movimientos. Dentro dejó olvidada una bolsa con tijeras, alicates y rollos de papel.
Pudo ser descubierto en cualquier momento por la viuda de Jin, en una de las ocasiones que bajó al bar durante la noche. Según los investigadores, el asesino dejó las luces del interior apagadas y las de fuera encendidas para que alguien descubriera lo que había ocurrido. Los mismos aseguraron que Daniel CM planeó acabar con la vida de Jin desde el primer momento para evitar ser reconocido y que no se repitiera lo que le ocurrió en el robo anterior por el que fue encarcelado gracias a un testigo.
Más tarde el asesino se deshizo de su ropa y su calzado arrojándolos al río Guadalquivir. En su casa, el día de su detención, encontraron una mochila, similar a la que había olvidado en el bar, con 3 billetes chinos que el fallecido guardaba en su cartera, además de un frasco de rímel y una goma para el pelo, propiedad de la viuda, que había en la caja registradora.
LA CONDENA
En septiembre de 2009, Daniel MC fue condenado a 14 años de prisión, tras reconocer todos los hechos. Se llegó a este acuerdo tras rebajar la Fiscalía su petición inicial de 17 años de cárcel y retirar la acusación particular –viuda e hijo de la víctima- su petición de 22 años de prisión para el acusado. Los 14 años de prisión responden a diez años por un delito de homicidio, seis meses por un delito de hurto y tres años y seis meses por un delito de robo. Además se le condenó a pagar 220.000 euros a la pareja de Jin como indemnización
Javier Fernández Maeso