Biri de Triana. In memoriam
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Mirada de Mohamed Abdelatín, el Biri de Triana. | FOTO: Javier Fernández Maeso
Javier Fernández Maeso
@JaviFdezMaeso
Director de Triana Digital
Entender el vacío que muchos trianeros sentimos estos días quizás solo sea posible habiendo vivido previamente la alegría que transmitía el Biri de Triana. Son días de sentirme extraño en mi propia casa, rota de imprevisto la rara normalidad alcanzada durante la cuarentena, como si parte de mi adolescencia y mi juventud se hubieran marchado con él. Un adiós incompleto, sin abrazos ni encuentros con personas que comparten las mismas emociones. Todavía me da miedo abrir su conversación de WhatsApp.
Errante y solitario, que no solo, mi imagen dibuja su silueta recortándose en muchas de las calles de nuestro barrio, caminando de manera pesada hacia mí. Está demostrado que las sonrisas provocan más sonrisas. Y su ser era como una sonrisa de magnitud superior, que al proyectarse sobre ti te producía el mismo efecto pero multiplicado. Algo así sentía cada vez que nos encontrábamos.
Ni las chapas, ni los sombreros o gorros, ni las gafas de luces y colores, ni las pulseras y banderas, ni sus peculiares indumentarias (bueno, eso a veces sí) me llamaron nunca especialmente la atención. Es posible porque lo tuviera todo completamente normalizado después de tantos años. Las fotos. Quizás las fotos sí.
“Las tengo en cajas. Tengo fotos de él como para hacer un álbum”, me decía un íntimo amigo esta semana hablando de su pérdida. Esas fotos que tantos trianeros hemos ido acumulando, tras encontrarnos al Biri en la Velá, en algún bar o discoteca, en cualquiera de nuestras calles, cobran aún más valor tras su muerte, puesto que se trata de uno de los personajes populares sevillanos más destacados de los últimos tiempos.
Con esa inclinación hacia atrás y al grito de ‘Ni hao’ (¿por qué coño te dio por el chino mandarín, Biri?), realizaba las fotografías que luego imprimía en el momento con su máquina portátil. Y así ha inmortalizado muchos de los momentos más felices de los trianeros. “Biri presente en los momentos más emotivos de la vida”, como él decía.

El Biri de Triana y «su papá», Rubén ‘El Peluca’, un poco cortados por el adiós del Bombete. / FOTO: J.F.M.
En mi vida estuvo presente durante bastantes años, de manera más intensa los diez que estuvo abierto el Bombete, bar sobre el cual viví. Allí, gracias a la mediación de Rubén ‘El Peluca’, estaba día sí, día también el Biri. De hecho estuvo viviendo un tiempo en el propio bar. Y a Rubén le decía su “papá”. Durante esos increíbles años disfruté los espectáculos del Biri en el Bombete, bailando el ‘Chu chu ua’ disfrazado de torero o de músico de las Tres Caídas de Triana. Realizaba pasos como el de ‘El precipicio’, incluso se hacía pasar por gigoló. Una vez hasta bailó con mi tía Manola, la hermana de mi abuela, en una fiesta sorpresa que me organizaron. Lejos de cortarse ella, protagonizaron uno de los bailes más intensos que nunca vieron las paredes del Bombete.
El Biri era del Barça y del Betis, marroquí y español. Y aunque alguna vez pudiera parecerlo no era de Vox ni de Podemos, ni franquista ni comunista, ni religioso ni agnóstico. Pero sobre todo era de Triana y un bohemio.
El pasado mes de junio me envió una foto del lugar del accidente donde perdió la vida José Antonio Reyes. Era uno de los ídolos de mi infancia y le contesté: “lástima”. A lo que él me respondió: “la vida es así, qué vamos a hacer. Hay que disfrutar los momentos que vivimos”. Entonces le dije: “hay que aprender de tu filosofía”. Y el sentenció: “el dinero no sirve para nada. Hay que aprovecharlo cuando se tiene”. Esa era la verdadera esencia del Biri.
Pero el Biri no era alegría frívola y vacía. Era felicidad desde el corazón, porque él era todo corazón y una de las personas más generosas y desprendidas que he conocido. Ha sido genio y figura hasta la sepultura. Sus últimas anécdotas lo reafirman. El pasado verano protagonizó un junte para la historia con el Tito Triana en la caseta de la Esperanza de Triana en la Velá. Allí cuentan cada año con un selecto elenco de guardas. La pasada Velá le tocó al Tito Triana pero también guardó la caseta el Biri años atrás, como no podía ser de otra forma.

Tito Triana y Biri de Triana en la caseta de la Esperanza de Triana durante la Velá de Santa Ana 2019. | FOTO: Juanca Andana.
El Biri tenía la extravagancia y derrochaba el surrealismo de los genios. Como en una de las últimas noches que me lo encontré, muy cargado. Celebrando el bautizo del hijo de un amigo, le cantamos ‘Con el Biri, Biri, va’. En cuestión de segundos soltó los bártulos y empezó a bailar en medio de la calle San Jacinto como un blandiblú. Con muchos de los que lo conocimos coincido en que el Biri nunca perdió los papeles. Jamás metió la pata.
Ya durante el confinamiento y después de uno de sus dos últimos ingresos hospitalarios, protagonizó un par de anécdotas de esas que solo podía ser él. Rubén ‘El Peluca’ organizó un bingo online a través de una App. El Biri era el encargado de cantar las bolas y le dieron 20 euros para que comprara un bingo pequeñito en un chino. Una vez que se conectaron a la App, apareció el Biri en pantalla comiéndose unas natillas. Parecía que el bingo iba a empezar pero de repente se levanta de nuevo el Biri y regresa del frigorífico con otras natillas de chocolate. Los demás no se lo explicaban.
Por fin empieza a cantar las bolas. Ninguna pasaba del 10. Había repetido ya hasta algún número. Nadie entendía qué sucedía. “¿Voy al grano?”, preguntó. El Biri estaba diciendo las cifras de su número de teléfono. No había comprado el bingo. Se gastó los 20 euros en el supermercado y le mandó una foto del ticket a Rubén. “No he dicho nada para que no me riñeran”, explicó.
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Probablemente la última anécdota del Biri en la calle fue el Viernes Santo. Algunos vecinos de Alfarería, entre ellos su “papá”, organizaron con hilos una especie de procesión en el aire con una reproducción en cartón y papel del paso de Cristo del Cachorro y hasta algunos nazarenos, portando incluso la cruz de guía. Ataviado con su mascarilla, él, que cada cosa extraordinaria la vivía y disfrutaba al máximo, estaba allí presente para vivirlo, haciendo para ello encajes de bolillos con el estado de alarma. En los vídeos tomados desde la azotea de esta procesión tan peculiar se aprecia al Biri grabando desde el suelo la escena. Una estampa completamente surrealista en medio de una pandemia mundial. Pero para redondear la anécdota, miren lo que estaba grabando el Biri desde abajo. A más de 5 metros de los hilos y el paso de cartón.
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De arte era que a Rubén ‘El Peluca’ lo llamara ‘Piluca’ en las redes sociales y a sí mismo, cuando el corrector del móvil le jugaba una mala pasada, se denominaba como ‘Viridiana’ en lugar de ‘Biri Triana’. Eso sí, él siempre le deseaba una “lluvia de pétalos” a todo el que le quería, que eran muchos.
Nunca he sido partidario de continuar tocando el nomenclátor de nuestras calles y llenar sus paredes excesivamente de placas. Pero creo que esta ocasión lo merece. Es algo evidente. La trascendencia de la figura del Biri en Triana y en Sevilla va mucho más allá de lo habitual y eso se ha podido apreciar estos días tras su fallecimiento. Lo mejor en estos casos es dejar que los vecinos se organicen, tal y como lo están haciendo, y escuchar a la familia.
Vivió como quiso. Quizás es la manera más pura de existir. Pero una de las que más daño deja cuando uno se va. Otro elegido que ya ha pasado ante el Mudo de Santa Ana para entrar en el cielo de los trianeros. Que su espíritu y su legado queden con Triana para siempre. ¡Biri vive!
Amigo y gran persona, fue como un hermano para mi. Nos conocimos hace 40 años en mi pizzeria fontana di trevi en calle luz arriero. Desde entonces me ayudo en todos mis negocios que tuve en Triana. Al alba en calle Betis y cuando fui encargado general en lo nuestro, rejoneo y río latino. Mi hermano Toni y yo lo adorabamos. Cuantas flores y fotos hizo, si las hubiera cobrado, hoy sería millonario. Pero así era el y su manera de ver la vida. Siempre tenía una sonrisa para ti y te contagiaba. Deberían de otorgarle trianero adoptivo, su Triana la llevaba por bandera siempre. Una pena con todo lo que nos dio, no poder despedirlo como se merecía en estos momentos difíciles. En la vela sería un buen recuerdo hacia él poder organizarle su homenaje de despedida. El seguro que lo celebrará con un jarabito bien cargado con mucho hielo y ballantine. Nunca te irás hermano porque nunca te olvidaremos, Triana no será la misma sin ti. Muchos besos allá donde estés, Biri.
Vellitos de punta, todo aquel o aquella que tuvimos la suerte de entablar cualquier conversación con el, de tomar un café o simplemente el privilegio de ser galardonad@s con algunos de sus claveles pudimos saber la luz que desprendía y lo grande que era en corazón. Un beso al cielo 😘
Piluca, un abrazo tremendo por nuestra perdida . Te veo en nuestro parque y brindaremos por la eternidad de tu gran amigo. Besos miles amore