Algo bueno que ha traído el coronavirus: disfrutar de la ciudad sin turistas
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FOTO: Javier Fernández Maeso.
Javier Fernández Maeso
@JaviFdezMaeso
Director de Triana Digital
Conforme van avanzando las semanas la mente se va centrando y el aire de la calle ayuda mucho en esto. Tantos días sin salir de casa se notan. Pasear por el barrio se ha convertido en un extraño y novedoso placer aunque suene incoherente tratándose de las calles que te han visto nacer, crecer y hacer tu día a día en la actualidad.
Los primeros días en los que pudimos salir de casa, por franjar horarias, lógicamente todo era raro y diferente. No te cruzabas con niños ni personas mayores y todo el mundo paseaba o hacía deporte. Una vez que se recuperado cierta normalidad en este aspecto, suprimidas las franjas horarias, salir a dar un paseo es una maravilla. Qué armonía. ¿Pero por qué? Si ya todo está casi como antes… Demasiados cambios en poco tiempo te nublan el pensamiento. Sin embargo, paseando, cae uno en la cuenta: ¡no hay turistas!
Nos habíamos acostumbrado a la incomodidad cotidiana. La Plaza del Altozano ahora es un lugar que te da la bienvenida a casa cuando cruzas el puente camino de Triana y ya no es una zona de encuentro para grupos de turistas, a los que tienes que ir sorteando para adentrarte en el barrio. A las puertas del Museo de Cerámica ya no se acumulan grupos de visitantes que bloquean el paso hacia Antillano Campos. Por Rodrigo de Triana ya no has de caminar en zigzag esquivando filas de personas guiadas por un paraguas. Alfarería parece resistirse unos días a permanecer en la Triana que conocemos en lugar de la del parque temático hacia el barrio va derivando.
¿Y Betis? Si Betis apenas recordaba a Triana durante unos pocos días de la Velá al cabo del año, ahora parece que se le vuelve a intuir el pulso trianero. Bienvenida sea la peatonalización de los domingos. Un éxito que acerca más al barrio este balcón al Guadalquivir y una de las principales vías del arrabal. Las terrazas, lejos de estar vacías, se llenan de gente del barrio y de distintos puntos de la ciudad y la provincia, pues hasta hace tres días no se permitió el desplazamiento entre provincias por Andalucía.

Valla cortando el tráfico rodado en la calzada de la calle San Jacinto, a la altura de la calle Esperanza de Triana, un domingo. | FOTO: Javier Fernández Maeso.
Los domingos, la peatonalización del tramo de San Jacinto que va de Pagés del Corro a la calle Esperanza de Triana es otro éxito que permite caminar cómodamente por una transitada arteria del barrio. Al otro lado del río, más de lo mismo. Rodear la Catedral estos días es un placer prácticamente histórico, disfrutando de una poco habitual tranquilidad -que no la desolación y el vacío que reinaba durante la cuarentena- en el casco histórico de la ciudad. Esta paz también se siente en la Avenida de la Constitución y la calle San Fernando, por las pasear hace tiempo se convirtió en una yincana, entre carril bici, Metrocentro y grupos de turistas.
Lejos de alentar a la turismofobia ni nada por estilo, esto está siendo un pequeño oasis, que, aparte de aprovecharlo -no hay bien que por mal no venga-, debe hacernos replantear más que nunca el modelo turístico que están adoptando la ciudad y el barrio. Mucho se ha hablado de un turismo sostenible que, por el momento, ni está ni se le espera. Todo lo contrario. La situación venía empeorando por meses y la convivencia en nuestro popular barrio cada día se hacía más complicada, especialmente en la zona del casco antiguo del arrabal.
Pero no solo eso, la pandemia nos ha abierto los ojos aún más en este sentido, pues dejar la economía de la ciudad en manos del turismo y que este sector sea del que sea alimenten indirectamente casi todos los demás es un craso error. Nadie podía prever una alerta sanitaria de semejante calibre, pero no es la única situación que puede llevar a pique el turismo de la ciudad y, con ello, toda su economía encomendada a los visitantes extranjeros. También puede dar al traste con el turismo el terrorismo o, vete tú a saber, que se ponga de moda viajar a Groenlandia en vez de a los países mediterráneos.
En definitiva, disfrutemos paseando por una Triana que ya casi se nos había olvidado. Y crucemos los dedos para que sigamos avanzando con paso firme hacia la normalidad y que los turistas vuelvan cuanto antes, por todos esos comercios y familias que tan mal lo están pasando ya que, de todas formas, esa anhelada Triana que inesperadamente vivimos a día de hoy es cuestión de tiempo que vuelva a desaparecer.